Historia de la escritura musical para la guitarra flamenca
Los antecedentes en la escritura musical de guitarra flamenca los encontramos en todos aquellos compositores del siglo XIX que, atraídos por la moda existente de “lo andaluz” y por el afán nacionalista propio de este siglo, escriben obras influenciadas por la guitarra popular, utilizando técnicas como el rasgueado. Estos autores pertenecen a la llamada “generación perdida” de la historia de la guitarra (que hacen de nexo de unión entre la generación de Sor y Aguado y la de Tárrega): Julián Arcas, Tomás Damas, Juan Para, Luis Soria, Bernando Troncoso, Antonio Cano o Jaime Bosch, entre otros.
Sin embargo, no será hasta 1902 cuando se publique por vez primera un método de guitarra flamenca, el más antiguo que se conoce. Se trata de una obra de Rafael Marín, cuya importancia es enorme ya que no solo aporta una serie de partituras de los diferentes acompañamientos al cante y al baile, sino que también nos da descripciones sobre el flamenco de la época.
Unos pocos años más tarde, en 1906, Lucio Delgado publica otro método, pero esta vez sólo escrito en tablatura. Esta obra, titulada Método de Guitarra en serio y flamenco para aprender a tocar sin necesidad de Maestro, por cifra por Lucio Delgado, pone en evidencia la dificultad rítmica con la que el propio autor se encuentra al querer transcribir la métrica de los estilos flamencos, dando lugar a una transcripción farragosa, sin medida y con multitud de signos que dificultan su lectura.
Llegados a mitad de siglo, nos encontramos con las primeras ediciones de partituras sueltas de guitarristas destacados de la época, como Luis Maravilla o Manuel Chapí “Niño Ricardo”. La mayoría de ellas está escrita en cifras, excepto las de Luis Maravilla, que tenía conocimientos de solfeo y fue pionero en transcribir sus propias obras. Posteriormente también se editaron partituras del Niño Ricardo realizadas por un pianista (y, por tanto, no refleja las particularidades idiomáticas del instrumento).
Poco a poco, entrando en la segunda mitad del siglo XX, comienza a “normalizarse” la escritura musical de la guitarra flamenca, que llega sobre todo desde fuera de España. Recordemos que en España prevalecían otra clase de métodos de trasmisión oral (como el memorístico y el sistema de tablatura).
En 1969 Luis Maravilla publica un libro-disco que continúa la tradición clásico-flamenca iniciada por Rafael Marín. A pesar de que está escrito en cifra, consiguió lo que Lucio Delgado no fue capaz de plasmar: la adaptación de la grafía musical al sistema de cifras. Para ello utiliza plicas puestas en lugar de en las notas, en las cifras, preocupándose también por escribir los acentos en el ritmo. Además destaca también por proponer la grafía de los distintos rasgueados.
No obstante, la normalización de la escritura musical de guitarra flamenca llegará desde los países anglosajones, con dos autores clave: el estadounidense Joseph Trotter y el cordobés Paco Peña, afincado en Londres. El primero publicó dos libros de transcripciones de obras de Sabicas y Mario Escudero (en 1975 y 1976, respectivamente), referencia desde entonces para el resto de transcriptores. Gracias a su formación clásica, escribe sin problemas en notación musical, añadiendo distintos signos y grafías para la escritura de técnicas como el alzapúa o los rasgueos. Por otra parte, Paco Peña publica en 1976 un libro de transcripciones de toques suyas realizadas por Diana Stainbury, acompañado por un disco de las obras seleccionadas con afán didáctico. Finalmente, debemos destacar también la labor de otros dos autores como son Juan Marín o Andres Batista (que en 1979 publica su método de guitarra flamenca). Más tarde, y siguiendo la estela iniciada por Paco Peña, Pholippe Donnier (junto a Merengue de Córdoba) publica en 1985 un método de guitarra desde una visión claramente estructuralista (se trata más de un trabajo etnomusicológico que un método de guitarra propiamente dicho).
Con la llegada del vídeo se producirá la normalización de la escritura de la guitarra flamenca, ya que ahorrará mucho tiempo a los transcriptores a la hora de sacar los temas. De esta manera comienzan a circular transcripciones de los guitarristas más famosos del momento (especialmente de Paco de Lucía), por parte de autores como el neoyorkino Peter Baime o el parisino Ho Hong “El Chino”. A partir de entonces se desarrolla notablemente la transcripción de guitarra flamenca, pudiendo encontrar ya hoy en día prácticamente todo lo grabado en solista y parte de las falsetas de acompañamiento. Destacan trabajos como los realizados por algunos autores franceses: Claude Worms (con su titánica colección “Duende Flamenco”, que sigue el modelo estructuralista de Philippe Donnier) o de Alain Faucher; en Japón tenemos a Yasuhiko Miyoshi, Moriyasu Iiagaya, Hideo Suzuki, Masao Tohgon, Akira Seta, Jiro Yoshikawa, Hiroshi Oka, Karsuhiro Takahashi, etc...; en España sobresale la labor de Óscar Herrero, cuyo método audiovisual es uno de los más destacados del mercado (Herrero 1996), y del profesor Manuel Granados, del Liceo de Barcelona; y un largo etcétera.
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