Estudiar mentalmente: la asignatura pendiente del estudiante de música
Estudiar un instrumento requiere una evidente destreza e implicación física, pero también una gran ejercitación mental que, en ocasiones, olvidamos. Estamos acostumbrados a pasar largas horas tocando y, muchas veces, incluso presumimos de ello. En realidad, resulta mucho más fácil y menos trabajoso estudiar cuatro horas seguidas que practicar mentalmente lo mismo durante una hora. En mi opinión, no solemos prestar la suficiente atención a esta práctica y creo que debe ser un complemento obligatorio a la práctica física.
Pero, ¿qué es exactamente la ejercitación mental?
Ejercitación mental significa practicar algo mentalmente y se utiliza con mucha frecuencia en el deporte, donde se emplea tanto para el aprendizaje de movimientos como en la preparación psíquica para la situación competitiva.
Hoy en día, a nadie le resulta extraño que un deportista practique mentalmente el salto de altura o que un piloto de Fórmula 1 recorra el trayecto en la imaginación, ya que estas actividades físicas son demasiado fatigosas o peligrosas para practicarlas a menudo en vivo. Con una práctica continua correrían un riesgo innecesario y su rendimiento empeoraría, como el del esprínter que puede efectuar físicamente su recorrido como máximo dos veces consecutivas con el mejor tiempo.
Sin embargo, su práctica es menos común y habitual entre los músicos, aunque poco a poco son más los que hacen uso de ella. De hecho, la ejercitación mental en músicos posee una larga tradición, sin que el término "ejercitación mental" fuese utilizado por los que lo practicaban, como es el caso de grandes pianistas como Walter Gieseking o Arthur Rubinstein.
Ventajas
Algunas de las muchas y variadas ventajas que ofrece la ejercitación mental como complemento a una práctica física son:
Reducir el tiempo necesario para estudiar una obra.
- Reducir tensiones al tocar y evitar lesiones causadas por el exceso de movimientos repetitivos. Ya sabes que el músico es un "atleta de los músculos pequeños" y debes cuidar tu cuerpo, evitando por ejemplo algunos de los "7 factores de riesgo para el músico de orquesta".
Tomar mayor conciencia y aprender más rápido los movimientos.
Conseguir una representación sonora más definida y consciente y tener más clara la interpretación musical que se pretende.
Conseguir una mejor visión de conjunto y la capacidad de pensar con más exactitud.
Alcanzar una mayor concentración durante la interpretación, al igual que con otras herramientas como la meditación o el "Mindfulness para músicos".
- Disminuir el miedo escénico.
Estudiar mentalmente paso a paso
El método que describo a continuación fue desarrollado por la pianista Orloff-Tschekorsky a finales de los años 80 del pasado siglo que, tras probar su eficacia en varios de sus alumnos, fundó en 1992 el Instituto para la Ejercitación mental. Consiste fundamentalmente en tres pasos: relajación, representación de sonido y movimiento, así como tocar o cantar en el tempo imaginado. En una futura publicación, expondré un ejemplo práctico para poder aplicarlo.
1. La relajación
Estudiar relajado significa estudiar concentrado y es un paso previo indispensable tanto para la práctica física como mental. Para ello se pueden utilizar distintos métodos, como la relajación muscular progresiva de Edmun Jacobson, de la que hablaré en otro post, que nos ayuda de forma muy precisa a notar y regular la tensión muscular. El método utilizado es secundario, pero es necesario conseguir con relativa rapidez este estado. La facultad para una rápida relajación y en general para una relajación hay que ejercitarla de manera regular, porque sino al cabo de un tiempo se pierde.
2. La representación
Cuando se ha conseguido el estado de relajación, el siguiente paso es la representación de los movimientos para hacer música y del sonido de las notas al tocar. Es importante la división en fragmentos, cuya extensión dependerá del nivel individual y la facultad de representación. Algunos de los aspectos a tener en cuenta son:
La percepción de los movimientos no debe limitarse a la mera visualización o representación óptica del movimiento, sino que debemos imaginarnos también la sensación de movimiento y de contacto que se produce. Esto se puede realizar primero en un tempo lento y sólo cuando después de algunos intentos resulte más fácil aumentar progresivamente la velocidad. Resulta interesante practicarlo con métronomo. Dependiendo del tipo de instrumento deberás fijarte más en unos aspectos que en otros, pero algunas preguntas generales que pueden ayudarte son: ¿cuál es la posición exacta y el movimiento de la mano, los dedos, el codo o el hombro? ¿qué parte del dedo está pulsando la nota? ¿cómo sientes tu cuerpo y la respiración?
Además de la representación exacta de los movimientos debemos conseguir una representación musical exacta: ¿cómo es el sonido/fraseo/dinámica/articulación/etc. que buscas?
La percepción del ritmo: Aunque a priori, la percepción del ritmo suele ser más sencilla, cuanto más complicado es un ritmo y más difícil es su ejecución, más importante es la representación exacta y la ejercitación mental. Existe siempre el peligro de estudiar desde un principio mal el ritmo de un determinado pasaje debido a su dificultad y una vez asimilado resulta mucho más complicado re-aprenderlo.
La percepción de las alturas: Debemos ser capaz de cantar mentalmente la altura exacta de todas las notas de la partitura, partiendo siempre de una nota de referencia.
La percepción polifónica es aplicable no sólo a los instrumentos polifónicos, sino también a los melódicos. La facultad de escuchar y pensar polifónicamente es exigida, al menos, cuando se hace música de cámara.
3. Tocar
Después de la representación, es aconsejable tocar una o dos veces y, precisamente en el tempo exacto imaginado.
Lectura recomendada
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